Las CUEVAS aparecen a mitad del recorrido. Sobre los bancales, en paredes más escarpadas, estas oquedades ocupan justo los estratos blandos de tobas y piroclastos.
Protegidas, y climáticamente más estables, en las cuevas
de la isla se han conservado restos biológicos de cosechas y semillas de
diferentes especies. A través de dichos hallazgos podemos reconocer a
los aborígenes canarios como “guardianes de semillas” (término acuñado
por Jacob Morales) y recomponer, a través de las preexistencias, los
paisajes que ellos portaron desde el continente africano, y que aquí
cultivaron con ahínco.
Para despertar la memoria de los aborígenes canarios nos hemos conectado con el paisaje sonoro amazigh desde el anti atlas hasta el aurés en Argelia. Desde esa lejanía en el espacio y el tiempo, podemos presentir esa herencia en forma de cantares mientras se recoge la cebada, bailes relacionados con las tejedoras, cantos funerarios y lamentos que dan forma a un hilo invisible que conecta el barranco y su lenguaje con el continente africano repitiendo, entre otras palabras, “Oh albeña. ¿dónde está tu semilla?”.
* Dialogando con las presencias y memorias desplegadas en este lugar, los alumnos de la EALPGC realizaron el siguiente site-specific y Dana Joher (Ave pastelería) la siguiente propuesta gastronómica.